HOMO HOMINI LUPUS
Una última incursión del maestro Fernando García Herrera en lo más profundo del alma humana
Homo homini lupus, la máxima latina que el filósofo político Thomas Hobbes, autor del Leviatán, popularizó para significar la naturaleza autopredadora del ser humano ‒“el hombre es un lobo para el hombre”‒ es el título de la singular pintura del maestro Fernando García Herrera presentada en el mes de Diciembre de 2018.
En ella observamos un imponente lobo ibérico ‒Canis lupus signatus‒, que emerge misterioso en un escenario nebuloso flanqueado por dos esculturas de aspecto beligerante, las cuales aparecen abatidas o parcialmente descolocadas. Se trata de dos enigmáticas figuras, armaduras vacías que en su ubicación originaria simbolizaban la victoria de la paz, pero que, en la nueva disposición, sobre un dintel monumental que es engullido por la arena, son ahora la imagen del caos y la destrucción, el reflejo de la civilización postrada ante la barbarie.
Efectivamente, el dintel que a duras penas asoma sobre la tierra es la parte superior de la monumental Puerta de Alcalá, en la capital de España, el primer arco de triunfo levantado en Europa desde los tiempos del Imperio Romano, en el año de 1778 durante el reinado de Carlos III y con el diseño del arquitecto Francisco Sabatini. Con ella se quiso representar el triunfo del poder benéfico y absoluto del monarca ilustrado y de las mejores virtudes cívicas y humanas; pero ahora, en la alegoría de García Herrera, nos encontramos con un panorama desolador que nos evoca la civilización perdida por la acción, o la omisión, de los mismos que en su día la erigieron: los humanos.
La imagen es paralela a la archiconocida visión de aquella Estatua de la Libertad, semienterrada en la playa, que descubre el coronel George Taylor en la inmortal película El planeta de los simios, del director Franklin Schaffner (1968). En ese momento, el actor Charlton Heston, que encarna al astronauta aterrizado en un entorno inverosímil en el que los seres humanos son esclavos y tributarios de los grandes simios, entiende instantáneamente que la Humanidad se ha destruido a sí misma.
Sin embargo, en la metáfora plasmada por García Herrera no hay simios ni hombres que puedan redimir el pecado original ‒o final, puesto que se trata del que provoca su propia autodestrucción‒ sino únicamente un lobo, ese alter ego de Homo sapiens que ha venido acompañando a nuestra especie desde la noche de los tiempos, que simboliza la rebeldía contra la tiranía de la domesticación al tiempo que la crueldad y la fiereza elevadas a lo más sublime. Las inscripciones o figuras que en la antigua y orgullosa Puerta de Alcalá de Madrid hacían alusión al monarca reinante y a las virtudes cardinales de la Fortaleza, la Justicia, la Templanza y la Prudencia, son ahora, en un futuro indeterminado, sustituidas, a modo de epitafio, por un lapidario “Homo homini lupus”, que ni siquiera es plenamente visible en este escenario postapocalíptico.